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7 feb 2017

DESINTOXICACIÓN (PARTE 1): HÍGADO


Introducción: ¿Qué es la desintoxicación?


Se entiende por desintoxicación todos los procesos por los que las toxinas se metabolizan para ser neutralizadas y convertidas en formas menos tóxicas, y posteriormente excretadas. Los principales órganos de desintoxicación son el hígado, los intestinos, los riñones y la piel. Algunas toxinas se eliminan directamente a través de uno de estos órganos, pero la mayoría debe ser previamente procesada por el hígado para su posterior eliminación.


En este artículo hablaremos en profundidad sobre la desintoxicación del hígado, uno de los órganos que más trabaja en el organismo.


Desintoxicación hepática: fundamental


A diferencia de otros órganos que reciben el 100% de su suministro de sangre arterial (“limpia”), el 75% del suministro de sangre al hígado es venosa, entregada a través de la vena porta (vena gruesa cuyo tronco está entre los músculos de la superficie interior del hígado) que procede directamente desde el intestino, el páncreas y otros órganos abdominales.


El hígado desempeña un papel esencial en la eliminación de sustancias nocivas para el organismo, como alcohol, drogas, fármacos, disolventes, pesticidas y metales pesados. Además, el hígado procesa y excreta derivados tóxicos del metabolismo normal (como el amoníaco) y las hormonas sobrantes (en particular, las hormonas sexuales, como los estrógenos).


El hígado desarrolla su labor de desintoxicación a través de 3 mecanismos:


1) Filtra la sangre para eliminar las toxinas de gran tamaño.
2) Destruye enzimáticamente las sustancias químicas indeseables. Este proceso enzimático normalmente tiene lugar en dos pasos, conocidos como Fase I y Fase II.


3) Sintetiza y secreta la bilis. Es un proceso digestivo crítico para la absorción de grasas de la dieta y los nutrientes solubles en grasa, pero también funciona como el principal mecanismo para mover las toxinas metabolizadas por las enzimas hepáticas fuera del hígado, hacia los intestinos, desde donde se eliminan a través de la defecación.


Filtrado de la sangre


Un hígado sano puede filtrar aproximadamente 1,5 litros de sangre por minuto, es decir, unos 2.160 litros de sangre al día. La vena porta lleva hasta el hígado sangre que contiene nutrientes, toxinas y otras sustancias absorbidas en los intestinos. El hígado filtra esta sangre y después la envía al corazón mediante la vena hepática.


La filtración de las toxinas de la sangre que procede de los intestinos es fundamental porque contiene altos niveles de bacterias, endotoxinas bacterianas, complejos antígeno-anticuerpo y otras sustancias tóxicas diversas.


Cuando trabaja adecuadamente, el hígado elimina el 99% de las bacterias y las toxinas de la sangre antes de que ésta vuelva a la circulación general. Sin embargo, cuando el hígado está dañado, como en los alcohólicos, el sistema de filtración no funciona correctamente y el paso de las toxinas puede incrementarse sustancialmente.


Destrucción enzimática de las toxinas


Uno de los principales mecanismos del hígado en la desintoxicación implica un proceso enzimático en 2 etapas (fase I y fase II). Mediante esta destrucción enzimática el hígado neutraliza compuestos químicos indeseables, entre los que se encuentran no solamente fármacos, pesticidas y otras toxinas del intestino, sino también sustancias químicas normales del organismo, como las hormonas y los productos químicos inflamatorios que se convierten en tóxicos al acumularse.


Fase I de desintoxicación


Las reacciones de la fase I están catalizadas por un gran número de enzimas; de las cuales el grupo más importante es la familia del sistema del citocromo P450 (CYP450), compuesto por entre 50 y 100 enzimas que están localizadas principalmente en el hígado.


De todas formas, otros órganos como el intestino delgado, los pulmones, el cerebro y los riñones contribuyen también a la biotransformación mediada por las enzimas P450 de xenobióticos y endobióticos, como las hormonas y los neurotransmisores.


Estos sistemas enzimáticos son los responsables de iniciar el proceso de transformación de la desintoxicación de los xenobióticos, como los hidrocarburos petroquímicos, muchos fármacos, y algunas sustancias endógenas (incluyendo las hormonas esteroideas y otros productos finales del metabolismo que también serían tóxicos si se acumulan).


En la fase I se producen principalmente reacciones de oxidación, reducción y/o hidrólisis, ya sea para exponer o añadir un grupo funcional, por lo general un grupo hidroxilo (-OH), un carboxilo (-COOH), o un grupo amino (-NH2). La estructura de la molécula a desintoxicar determina cual de estas reacciones se lleva a cabo.


En la fase I de la desintoxicación, cuando el citocromo P450 metaboliza una toxina, pueden suceder 2 cosas:


1) Que la transforme en una forma menos tóxica, la convierte en soluble en agua, y puede ser eliminada fácilmente a través de los riñones. Tal es el caso de la cafeína, que experimenta sólo la fase I de activación antes de ser eliminada por la orina.


2) Que el tóxico no pueda eliminarse en un sólo paso y requiera transformarse (bioactivación) en una forma intermedia más reactiva, y más disponible para ser a su vez metabolizada por la enzimas de la fase II. Esto es lo que ocurre con la mayoría de los tóxicos.


Inductores de la fase I de desintoxicación


Alimentos recomendados (que activan la fase I):


• Las verduras crucíferas (el repollo, el brócoli y las coles de Bruselas) y el ajo.
• Las dietas adecuadas en proteínas (carne, pescado, huevos o proteína vegetal).
• Suplementos de bioflavonoides cítricos (por su contenido en limoneno), a partir de la corteza de las naranjas y las mandarinas.
• Plantas que activan la fase I: alcaravea, semillas de eneldo, sasafrás, tomillo e hipérico.
• Fármacos que activan la fase I: barbitúricos, glucocorticoides, anticonvulsivos, sulfonamidas, isoniazida, rifanpicina.
• Toxinas ambientales y drogas que activan la fase I: acetona, tetracloruro de carbono, dioxinas, gases de escapes, consumo crónico de alcohol, humo del tabaco, pesticidas organofosforados, vapores de pintura, exposición a hidrocarburos aromáticos policíclicos, toxinas derivadas del intestino (por ejemplo, sobre -crecimiento de Candida albicans que origina niveles elevados de acetaldehído).
• Alimentos no recomendados (que activan la fase I): carnes asadas al carbón, dietas hiperproteicas (aportando un exceso de proteínas), grasas saturadas.
El mejor apoyo de la fase I de desintoxicación se logra al proporcionar los nutrientes necesarios y los inductores no tóxicos, evitando aquellas sustancias que son tóxicas. Sin embargo, la estimulación de la fase 1 está contraindicada si los sistemas de fase II del paciente son de baja actividad como, por ejemplo, en la Sensibilidad Química Múltiple (SQM).


Fase II de desintoxicación


Esta fase implica un proceso llamado conjugación, en el que varias enzimas hepáticas añaden una molécula soluble en agua al metabolito intermedio producido en la fase I, con el fin de incrementar aún más sus cualidades hidrofílicas (“amantes del agua”). Esta reacción de conjugación neutraliza la toxina y facilita su excreción a través de la orina o de la bilis.


Para que estos sistemas enzimáticos funcionen necesitan nutrientes, tanto para su activación como para aportar las pequeñas moléculas que añaden a las toxinas. Además, necesitan energía metabólica para funcionar y para sintetizar algunos de estos compuestos protectores.


Así, la disfunción mitocondrial, como la presente en el síndrome de fatiga crónica, una deficiencia de minerales como el magnesio o el zinc, dietas pobres en proteínas, deficiencia de vitaminas B (ácido fólico, B12, etc.) y/o la inactividad física, pueden ralentizar o incluso inhibir la fase II de desintoxicación, ocasionando la acumulación de productos intermedios tóxicos altamente peligrosos.


Nutrientes interesantes


Los sistemas de desintoxicación de fase II son especialmente dependientes de unos niveles adecuados de sustratos para llevar a cabo la conjugación de los compuestos intermedios activados. Los nutrientes más importantes para el apoyo de la actividad de la fase II son las cantidades adecuadas de proteína, con especial atención a los aminoácidos metionina, L-cisteína, N-acetilcisteína, taurina, glicina, L-glutamina, así como el glutatión y sus precursores, junto con el aporte de fuentes de sulfato y los correspondientes cofactores.


Varios alimentos y plantas han mostrado su capacidad para actuar como inductores (estimuladores) de la actividad de las enzimas de la fase II de desintoxicación. Los más estudiados son: la Curcumina de la Cúrcuma, los Arándanos y sus Antocianinas, el Té verde, las Crucíferas, el Diente de león, el Lúpulo, el Regaliz, el Romero, el Tomillo, la Aswagandha, los Flavonoides (por ejemplo, los flavonoides de la cáscara de cítricos y la quercitina), la Esquisandra, el Ajo, el Cardo mariano, la Bacopa y la Granada.




Evaluación de la desintoxicación hepática


Mientras que las pruebas complejas de laboratorio son necesarias para probar una disfunción de un sistema específico de desintoxicación hepática, varios signos y síntomas pueden darnos una buena idea de cuándo nuestros sistemas de desintoxicación hepáticos no funcionan bien o están sobrecargados.


En general, cuando se tiene una reacción negativa a un fármaco o a una toxina ambiental, se puede estar bastante seguro de que existe un problema en la desintoxicación. En algunas personas las vías de desintoxicación (fases I y II) están en desequilibrio. Si la fase I es más activa que la fase II, puede ocurrir una acumulación de metabolitos intermedios reactivos que a su vez pueden provocar daños en los tejidos y la enfermedad. Estas personas se conocen como “desintoxicadores patológicos”.


Los desintoxicadores patológicos pueden ser identificados como las personas que son altamente sensibles a los vapores, por ejemplo de pinturas y perfumes, reaccionan adversamente a diversos fármacos, y pueden beberse dos tazas de café y dormir bien por la noche.


En el próximo artículo, continuaremos con la segunda parte y hablaremos sobre cómo apoyar la desintoxicación intestinal.


Autor:

Mikel García Iturrioz
(Director Técnico de Misohi Nutrición – www.misohinutricion.com)
Teléfono: 943 570 345

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 Misohi Nutrición

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